El conflicto nos pone a prueba con nuestra experiencia y siempre nos genera cierta inseguridad en nosotros mismos. Dudas, confusión e incertidumbre se unen a la pérdida de parte del control de la situación provocando que busquemos protegernos con una conducta más cerrada y en ocasiones de forma un poco más hostil estando a la defensiva.

Como un círculo cerrado, esta actitud hace que seamos más cerrados y, en ocasiones, hoscos con la parte en liza, que reaccionará en nuestra contra y agudizará nuestra sensación de inseguridad y necesidad de protegernos con una postura aún más cerrada y hostil, y así indefinidamente en lo que se ha dado en llamar la escalada del conflicto.

Ante esta situación, la no actuación solo puede causar un daño duradero que afecte al funcionamiento de la relación entre los mediados, por lo que se hace imprescindible la necesidad de salir de dicho círculo vicioso.

En estas condiciones es vital el uso del empowerment, que, pese a lo dificultoso de su traducción, viene a ser la infusión de confianza en sí mismo, la capacidad de fortalecernos para romper esa espiral en la que nos hemos enredado, percibiendo la valía personal que tenemos para poder resolver el conflicto que nos ha traído a esta situación. En definitiva, una revalorización de nosotros mismos, creer que se puede.

Si lo que se requiere