La lucha contra la violencia sobre las mujeres no debe constituir un frente aislado de cada Estado, sino que es preciso unificar criterios en orden a fijar una normativa única, o al menos, pautas comunes para todos aquellos Estados miembros de la Unión Europea, evitando que la víctima pueda verse carente de protección en el caso de que se desplace a otro Estado, con la consiguiente falta de coordinación y por ende, facilita la impunidad del presunto agresor.

Hemos de recordar que la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica ha sido tratada en múltiples ocasiones a través de normas internacionales y europeas, baste recordar los diversos convenios redactados al efecto: Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales y sus protocolos, la Carta Social Europea, el Convenio del Consejo de Europa sobre la lucha contra la trata de seres humanos, el Convenio del Consejo de Europa para la protección de los niños contra la exploración y el abuso sexual; así como las Recomendaciones del Consejo de Ministros del Consejo de Europa sobre la protección de las mujeres contra la violencia, sobre normas y mecanismos de igualdad entre las mujeres y los hombres, sobre el papel de las mujeres y de los hombres en la prevención y solución de conflictos y la consolidación de la paz; junto a ello a nivel internacional: Pacto internacional de Derechos civiles y políticos, Pacto internacional de Derechos económicos, Sociales y culturales, la Convención