Cuando hablamos de gastos extraordinarios y se leen las resoluciones de los Juzgados y de las Audiencias al respecto, vemos un abanico de posibilidades tan amplio casi como número de órganos judiciales hay.

En primer lugar, existen discrepancias a la hora de ver qué se entiende por gasto extraordinario. Yo, tras valorar numerosas sentencias, entiendo que para ser calificado de extraordinarios, el gasto debe ser:

– Necesario. Que han de cubrirse económicamente de modo ineludible, para el cuidado, desarrollo y formación en todos los órdenes del alimentista; en contraposición con lo superfluo o secundario, de lo que, evidentemente, puede prescindirse sin menoscabo alguno.

– No tener una periodicidad prefijada. Es decir, dimanantes de sucesos de difícil o imposible previsión apriorística, de tal modo que los mismos pueden surgir o no.

– Ser imprevisibles, en cuanto dimanantes de sucesos de difícil o imposible previsión apriorística.

– Ser acordes y asumibles por el caudal del alimentante.

– No estar cubiertos por los alimentos o gastos ordinarios.

De ahí que algunos órganos judiciales ya empecemos a diferenciar entre:

a) Los alimentos en sentido estricto, de difícil concreción